El rápido y espectacular desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ha contribuido a crear un complejo y saturado entorno informacional. Es tal la cantidad de información disponible sobre cualquier tema que resulta prácticamente imposible poderla conocer y consultar en su totalidad, y mucho menos digerirla de forma adecuada. Nada extraño, pues, que se hable de infoxicación (Cornella, 2002) y de angustia informativa (Wurman, 2001); una especie de intoxicación intelectual producida por el exceso de información y cuyas consecuencias -paradojas de la vida- en poco difieren de las producidas por la escasez de información: la más absoluta de las parálisis intelectuales. La sobreinfor- mación (information overload) equivale a desinformación.
Una nueva necesidad
La existencia de este nuevo entorno de información, cualitativa y cuantitativamente complejo, plantea la conveniencia de que los estudiantes e investigadores de cualquier disciplina adquieran unas capacidades y unas destrezas que hace pocos años eran superfluas. Más aún si se tiene en cuenta que las TIC se han consolidado como la principal fuente de documentación académica (Sureda y Comas, 2006). Para desenvolverse satisfactoriamente en este nuevo entorno informacional no son ya suficientes las habilidades básicas que durante siglos han permitido la integración en el mundo cultural: saber leer, saber escribir y saber contar. En la actualidad se necesita también otra alfabetización que se ha denominado informacional y con la que se hace referencia a “the abilities to know when information is needed, to be able to identify, access, evaluate and effec- tively use information for the issue or problem at hand” (National Forum on Information Literacy, 2006).
La Alfabetización Informacional supone alcanzar un conjunto de competencias entre las que cabe remarcar:
- Ser capaces de determinar la naturaleza y el nivel de la necesidad de información.
- Localizar y acceder a la información requerida de forma eficiente.
- Evaluar la información y sus fuentes de forma crítica.
- Utilizar de forma eficaz la información. Esta utilización implica organizar de forma eficiente la información localizada y referen- ciar de forma correcta los documentos utilizados.
- Acceder y utilizar la información de forma ética y legal.
Esta nueva capacitación debería iniciarse a temprana edad; la realidad, sin embargo es otra muy diferente. Nuestra experiencia docente con estudiantes universitarios nos demuestra que la inmensa mayoría de ellos finalizan sus estudios con un alarmante desconocimiento sobre cómo acceder a la información del campo en que se han formado. Nada tiene de extraño que el alumnado llegue a los programas de doctorado con escasísimos conocimientos sobre cómo acceder a los documentos producidos por la comunidad científica.
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